Patrimonio y Turismo Industrial en Andalucía Oriental

Elementos de minería, industria, ferrocarriles y antiguas azucareras de Almería, Granada y Jaén

MINAS DE AZUFRE DE LA PARTALA (BENAHADUX)


Quizás a causa de la cercanía y la mayor fama de las minas de las Balsas de Gádor, los importantísimos restos mineros y metalúrgicos de la zona de la Partala, en Benahadux, han pasado casi desapercibidos durante décadas, incluso para los estudiosos del patrimonio industrial. También para los habitantes del pueblo su existencia es mayoritariamente desconocida. La primera referencia me llegó a través de un aficionado al “enduro”, o motociclismo campo a través, quien señaló la extrañeza que le causaba una enorme montaña de lo que él creía “launas” o arcillas rojizas en medio de un paraje desierto en las inmediaciones de Benahadux. A través del Google Earth pude verificar la existencia de lo que parecía una gran escombrera, junto a numerosas construcciones en ruinas. La visita in-situ me dejó estupefacto, por la importancia que evidenciaban las instalaciones, la enorme similitud con las minas de Las Balsas y, principalmente, por el significativamente mejor estado de conservación respecto de aquellas. Una vez despertada la curiosidad, el siguiente paso era acudir a los archivos y la bibliografía, a fin de identificar la explotación y recorrer su historia.

Detalle del grupo secundario de hornos
Detalle de horno de modelo "calcarona"

Historia


Además de los criaderos de Las Balsas, en Gádor, existen importantes mineralizaciones de azufre en el término de Benahadux, también en el borde nororiental de la Sierra de Gádor. El hallazgo fortuito de azufre en 1873 en el Cerro de los Lobos, y posterior descubrimiento de una gran bolsada de de azufre veteado en la concesión denominada El Cordonazo (1), propició una avalancha de registros en la comarca. Fuera de la zona de Las Balsas la mayoría no resultaron satisfactorios, excepción hecha de El Trovador, a poco más de un kilómetro al suroeste del núcleo urbano de Benahadux. La demarcación de 12 cuadrículas mineras (120.000 m2) en la zona de Las Yeseras de La Partala bajo denominación de El Trovador fue llevada a cabo por Francisco Díaz Abad, natural de Pechina, el 5 de mayo de 1877 (2). Apenas un año después, el 13 de julio de 1878 Francisco Díaz fallece víctima de la tuberculosis, con apenas 30 años. Su padre y único heredero, Manuel Díaz Felices, muere poco después, pasando la titularidad de la mina a los hermanos de este, Juan y Nicolás. La avanzada edad de estos y su alejamiento del sector minero les llevan a vender el 80% de las acciones de la mina a Indalecio Córdoba Escámez, vecino de la capital, según consta en escritura pública del 20 de abril de 1881, a cambio del pago de 1.250 pesetas "en monedas de oro y plata". El señor Córdoba tenía registradas por aquel entonces 8 concesiones mineras para extraer plomo en distintos lugares de Almería, Gádor y Níjar, y una concesión para aguas subterráneas en Benahadux. Alrededor del mismo se configuró un grupo familiar con intereses mineros en distintos puntos de la provincia, del que constan registros de minas hasta principios de la década de los sesenta del siglo XX. Siguiendo la tónica habitual de la minería almeriense, el criterio de explotación en todo el coto fue el de la rapiña, a pesar de que el criadero se presentaba en forma de estrato. Como señala la Revista Minera (3): “La explotación en general no ha sido ni muy ordenada ni muy científica, si se exceptúa la de la excelente mina La Familia (…) El criadero se ha atacado por muchos pozos, sin jaulas ni buenos elementos mecánicos, sino por medios bastante primitivos, como el de las espuertas colgadas de cuerda sin fin”.

Además de azufre, en Benahadux se encontró alunita y una nueva especie mineralógica que se denominó “calafatita”, en honor de D. Juan Calafat, del Museo de Historia Natural de Madrid. De este mineral se podía extraer sulfato potásico, alúmina y ácido sulfúrico. Sin embargo, en un primer momento se despreció, acumulándose en los vertederos. Precisamente, la calafatita encontrada en El Trovador disfrutada de mucha ley en sulfato potásico (4). Como ya se indicó en el estudio de las minas de Las Balsas, para el beneficio del azufre se intentaron diversas soluciones técnicas, decantándose las explotaciones de Las Balsas (Buen Viento Corre, La Familia y Dos Hermanas) por una evolución del modelo de horno italiano (calcarona) que se denominó Horno Gil. Sin embargo, las pérdidas seguían siendo altas, y finalmente fueron sustituidos por los Hornos Claret, que mejoraban el tratamiento de minerales de baja ley (5). El Trovador fue la última explotación en construir instalaciones para el beneficio del azufre, en un momento en el que los criaderos mostraban ya evidentes signos de agotamiento. En el número 10.190 del periódico La Crónica Meridional, de Almería (5 de mayo de 1894) se informa de la reciente construcción de una fábrica en dicha mina, que produciría azufres de la máxima calidad. A continuación, señala que “Esta fabricación por vapor de agua tiene privilegio de invención por la novedad de sus aparatos, y por la bondad de sus productos está premiada con gran medalla de oro por la Academia de inventores de París. Los azufres se venden sólo y exclusivamente en “La Partala” y su precio es el mismo que en las minas de las Balsas de Gádor; para cargar por órdenes, diríjanse a don José Batlles, comercio Las Filipinas, calle Real, Almería.” Para entonces la titularidad de la explotación había sido traspasada de Indalecio Córdoba Felices a su hija Adela Córdoba Soler, su sobrino Aureliano Buendía Córdoba y su cuñado Vicente Batlles Benítez, mediante escritura pública de 16 de diciembre de 1891. No se ha encontrado vinculación alguna con El Trovador del hombre de negocios neoyorquino William Dexter Marvel, al que en alguna web local se vincula con las minas de La Partala. De Marvel sabemos que, justo por aquellos años, fue el primer concesionario de la cercana línea férrea entre Sierra Alhamilla y Almería, concesión que acabó perdiendo tras un largo litigio en los tribunales, a manos de Herman Borner.

Tras la Primera Guerra Mundial la minería en toda la Sierra de Gádor se encontraba ya en una situación agónica, y en un estudio aparecido en 1918 el Boletín Geológico y Minero se señala que “actualmente la minería está en gran decadencia y únicamente se trabaja alguna mina de plomo de escasa importancia y los criaderos de azufre de las Balsas de Gádor” (6). No obstante, durante los años treinta se supone que la sociedad minera debería seguir desempeñando alguna actividad, pues en el expediente de la concesión consta un escrito de Vicente Abad Madolell, viudo de Adela Córdoba Soler, fechado el 20 de enero de 1930, mediante el que solicita infructuosamente notas registrales de dicha concesión. Su petición resulta denegadas al considerar la Jefatura de Minas que las acciones de Adela no entraban en el testamento, pues ella las había vuelto a ceder al padre "con la licencia de su esposo". Con vecindad en Vallecas (Madrid) Abad Madolell era titular de 106 registros de minas en toda la provincia de Almería. Todas ellas eran de hierro, salvo tres de carbón en Serón y una de azufre en Paterna del Río. Más adelante existe una referencia aislada a la existencia de trabajos de investigación minera de alúmina en Benahadux por la empresa pública Adaro en algún momento entre su creación (1942) y 1959 (7), pero ignoramos si la actividad en El Trovador tuvo continuidad en algún momento posterior. En cualquier caso, a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los distritos mineros almerienses, el abandono de las explotaciones no obedeció a la falta de rentabilidad, sino al agotamiento del mineral, del cual existía una elevada demanda para sulfatar la uva de embarque cultivada en nuestra provincia, y que debía ser importado en grandes cantidades. Con la entrada de la Ley de Minas de 1973, la Administración intenta notificar a Indalecio Córdoba o Herederos los trámites necesarios para la continuidad del registro. Desde el Ayuntamiento de Benahadux se indica que estas personas son desconocidas, publicándose anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia y decretándose el 30 de julio de 1981 la caducidad de la concesión. Desde finales del siglo XIX hasta 1952, se estima pudieron extraerse 400.000 toneladas de mineral, algo menos que en Las Balsas (8).

Tolva con restos de azufre refinado
Edificio de dos plantas desde la explanada de los hornos
La visita:
Las minas de La Partala se encuentran situadas en las últimas estribaciones de la Sierra de Gádor anteriores a los llanos de Benahadux, sobre la Rambla de Don Nicolás Godoy. El acceso más fácil es desde el campo de fútbol, tomando bajo el mismo un camino que rodea la fábrica de ladrillos. Al llegar a un cruce de varias pistas, giramos a la derecha hasta una pequeña área recreativa ubicada en una pequeña mancha de pinos. A partir de ahí es conveniente seguir a pie. Desde unos 500 metros antes de llegar, ya resulta perfectamente perceptible el olor a azufre en medio de la soledad más absoluta. Lo primero que nos encontramos es lo que parece una gran tolva o depósito, que pensamos pudiera tratarse del recinto contenedor del azufre final ya elaborado. De hecho, aparecen aún diseminadas partículas de producto de un amarillo intenso y textura lisa.A continuación se encuentra un edificio de dos plantas, posiblemente la casa de gerencia o administración.

Finalmente, en un plano superior, la gran explanada de los hornos. En la parte más cercana a la tolva y el edificio hay restos de hornos, posiblemente 4, con una chimenea central. En los laterales de la explanada, distinguimos otros dos grandes grupos de hornos circulares con cúpula (inequívoco modelo derivado de las calcaronas, como en Las Balsas), formando una “L”, algunos de ellos ya derrumbados, y otra chimenea.

Composición panorámica de uno de los laterales del bloque principal de hornos modelo "calcarona"
Espectacular imagen de la explanada de lodos
Vista general de la rambla Don Nicolás Godoy desde explanada de lodos


Andar por la explanada resulta una experiencia muy curiosa, pues el suelo no es otro que los lodos procedentes de la fundición, blandos pero no arcillosos, y de múltiples colores. Si nos dirigimos al borde, vemos que hemos llegado a la cima de lo que antes creíamos (erróneamente) que se trataba de una escombrera. Cruzando la explanada vemos una serie de traviesas de madera, dispuestas diagonalmente a la “L” de los hornos, en dirección al borde del vertedero de lodos, y que nos indican la presumible existencia en su momento de una pequeña vía férrea. Más abajo, hacia la rambla, hay un edificio circular que parece un depósito de agua, pero es un malacate. En la explanada circular una caballería movía un engranaje para subir y bajar mineral y personas por el pozo adjunto. A lo lejos, en todas las direcciones, divisamos diversas escombreras y pozos. El terreno es muy abrupto y es muy peligroso adentrarse en cualquiera de ellos.

Amenazas y falta de protección


Incomprensiblemente, las minas de la Partala no fueron incluidas en la inscripción genérica como Bien de Interés Cultural de diversos elementos de la minería del siglo XIX en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía que se realizó en 2004. Las posibilidades de puesta en valor son altas, significativamente mayores que en el caso de Las Balsas, tanto por su estado de conservación como por su emplazamiento, muy cerca del pueblo de Benahadux. Sin embargo, esa cercanía a la civilización es lo que supone una grave amenaza para este excepcional ejemplo de patrimonio industrial. En el Plan General de Ordenación Urbana de Benahadux, aprobado inicialmente en febero de 2007, gran parte de la superficie de las minas está clasificado como Suelo Urbanizable No Sectorizado de Uso Residencial, paso previo a su futura sectorización y posterior urbanización. La amenaza no es, por tanto, inminente, pero a medio plazo sí que podría correr serio peligro su integridad.

Notas a pie de página

(1) Estudio sobre los criaderos de azufre de Sierra de Gádor”, de Enrique Vargas. Boletín Oficial de Minas y Metalurgia, Año 3, nº 28, 1919.
(2) Archivo Histórico Provincial de Almería. Expediente 9.839. Caja 329.
(3) Revista Minera. Tomo 50, 1899.
(4) Las minas de calafatita de Benahadux, por Agustín Marín. Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, Tomo 32. 1911.
(5) E.Vargas, pág. 24.
(6) Yacimientos de carbonato de magnesia en España, por E. Dupuy de Lôme y C.F. Maqueira de Borbón. Boletín Geológico y Minero, nº 39. 1918.
(7) La Empresa Pública estatal en Andalucía: antecedentes históricos, situación actual y perspectivas de futuro, de Mª Angeles Ortega Almón. Cuadernos de CC.EE. y EE., Nº 44-45. 2003. pp. 11-33.
(8) Geología de los yacimientos de azufre de Benahadux y las Balsas de Gádor. Boletín Geológico y Minero, 1990.
AGRADECIMIENTO:
Al forero "apolítico" del apartado de Benahadux en la web "Foro-ciudad", por el interés mostrado.