Patrimonio y Turismo Industrial en Andalucía Oriental

Elementos de minería, industria, ferrocarriles y antiguas azucareras de Almería, Granada y Jaén

SALINAS DE CHÍLLAR (HINOJARES)


En algunas ocasiones la investigación sobre el Patrimonio Industrial depara agradables sorpresas. Este es el caso de las Salinas de Hinojares, que en muchos aspectos se pueden calificar de "rareza". La propia categoría de las salinas de interior resulta en sí misma poco habitual y menos conocida. En el caso concreto de las que nos ocupan, la información existente sobre ellas es muy escasa, confusa y no actualizada. Todas las referencias aludían a las mismas como las "antiguas" salinas. Esta impresión era aparentemente corroborada por los testimonios recogidos en la comarca. Por todo ello la sorpresa es mayúscula cuando, tras una ardua labor de búsqueda de su emplazamiento, nos encontramos no sólo con que su estado de conservación es bueno, sino que en realidad se encuentran aún activas.

Balsa de captación y Arroyo Chíllar
Balsas de decantación y lado oeste de la casa

Localización


Es muy sencillo acceder a las Salinas de Chíllar o Hinojares. Pese a que la documentación existente las ubica en la carretera local de Hinojares a Huesa, a dos kilómetros de la salida del pueblo, la realidad es que, con la construcción de la carretera autonómica A-315, no es necesario entrar en Hinojares. Si circulamos desde Pozo-Alcón, sólo tenemos que buscar el cruce de Hinojares. En el lado izquierdo hay una pequeña explanada desde donde parte un carril de tierra. Aparcamos ahí, pues un cartel avisa de la prohibición de circular vehículos a motor. Descendemos a pie unos 500 metros y enseguida divisamos las piscinas de evaporación y el viejo edificio de la explotación.

Historia y descripción


A principios del siglo XIX el diccionario de Madoz citaba la explotación de sal de manantial en el barranco de Chíllar, cuyos primeros antecedentes se remontaban a los árabes y los romanos. Es de destacar la función que desempeñaba la sal para la conservación de los alimentos. A diferencia de lo que ocurre en los lugares de costa, en el interior escaseaba, por lo que contar con una fuente estable de este producto resultaba muy importante. El funcionamiento se ha mantenido invariable desde tiempos inmemoriales. Del fondo del barranco surge un hilo de agua, de apenas el grosor de un dedo, con un contenido altamente salino. Canalizada hasta una primera balsa (calentador), se hace pasar después a otras piscinas de pequeño fondo, donde se acaba evaporando y dejando en el fondo la sal. Al llegar encontramos a unas personas en frenética actividad, limpiando una de las balsas. Les preguntamos por la historia de las "antiguas" salinas y, cual es nuestra sorpresa cuando nos dicen que en la actualidad continúan activas, y que únicamente durante algunos años de la década de los noventa estuvieron abandonadas. La amabilidad del actual propietario es absoluta, explicándonos todo el proceso que siguen hasta que se empaqueta la sal gorda en grandes sacos con el tradicional logotipo del "soldadito napoleónico", aún recordado en toda la comarca. Nos habla de una producción que supera los 150.000 kilos al año, destinadas sobre todo al salado de jamones. Sin embargo, sólo se mantienen en producción la mitad de las piscinas, utilizando plásiticos que evitan las filtraciones, pero afean algo el paisaje. En realidad, durante la etapa de abandono, las salinas estaban abocadas al olvido y la desaparición, pero el tesón de este maestro de escuela, y su obstinación en continuar con una actividad a la que estuvo vinculado su suegro (antiguo encargado), han conseguido recuperar de una muerte anunciada. El paraje es espectacular, destacando la sal que se forma espontáneamente en el cauce del arroyo y, sobre todo, el enorme palacete que albergó la explotación, con almacén, vivienda para los trabajadores y en verano para los propietarios, cuando la actividad del complejo era frenética. Aquí pernoctaban también arrieros venidos desde Baza para transportar mercancía. Nuestra imaginación vuela, y pensamos (más bien soñamos) en la rehabilitación del palacete, con su romántica terraza, para turismo rural. Lamentablemente su estado de conservación es muy deficiente, y la inversión necesaria sería enorme.

Balsas y lado sur de la casa
Salinas del Mesto, en Hinojares

Visitas de interés


En otro paraje cercano, pero de muy difícil acceso, están los restos de otras antiguas salinas de interior, apenas distingibles ya. Se trata de las Salinas del Mesto.

Cerca de Hinojares, en Ceal, junto a la carretera que lleva hacia Huesa, existe un importante yacimiento ibero. También merece la pena visitar el puerto de Tíscar, en la carretera de Quesada, con la Cueva del Agua y el Santuario, en pleno Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Para alojarse, recomendamos las casas-cueva de Hinojares, dotadas de todas las comodidades e ideales para disfrutar de los encantos de la comarca, encontrando más información en www.turismoruralcazorla.com. Su propietario es el mismo que el de las Salinas de Chíllar, que a buen seguro les pondrá al tanto de todo lo que concierne a este interesante ejemplo de patrimonio industrial en activo.