Patrimonio y Turismo Industrial en Andalucía Oriental

Elementos de minería, industria, ferrocarriles y antiguas azucareras de Almería, Granada y Jaén

MINAS, FERROCARRIL Y CABLES DE BÉDAR A GARRUCHA


En pocos sitios podemos encontrar una mayor concentración de instalaciones de transporte y carga de minerales tan variadas en un menor espacio como en los alrededores del pueblo de Bédar. Centrada sobre todo en la minería del hierro, esta serie de cargaderos, cables, tolvas, planos inclinados y vías férreas es una interesante muestra de los esfuerzos de las compañías mineras por aumentar la eficiencia y reducir los costes de transporte de un mineral con menor valor unitario, en una zona no demasiado próxima al lugar de embarque. A pesar de la abundancia de los restos y, en muchos casos, de su aceptable estado, nulos han sido los esfuerzos de las Administraciones Públicas por la difusión de los valores históricos, culturales y arquitectónicos de la minería de la Sierra de Bédar. Su puesta en valor dotaría a la comarca de un atractivo turístico de primera magnitud, además de conservar el pasado reciente, para bien o para mal vinculado directamente a las minas. Algunos exhaustivos trabajos de investigación se han realizado sobre las minas de Bédar, por lo que aquí nos limitaremos a dar unas pinceladas sobre su historia y, sobre todo, a sugerir un recorrido que abarque en un mismo día los puntos más interesantes, entre la multitud de ellos que se esparcen por toda la sierra. Para profundizar en la materia y visitar otros enclaves, nada mejor que recurrir a la excelente web de Juan Antonio Soler Jódar, al que agradecemos también su valiosa colaboración plasmada en un imprescindible archivo de Google Earth que incluye todas las localizaciones y trazados. También es interesante el capítulo sobre el Ferrocarril de Bédar a Garrucha del monumental “Trenes, cables y minas de Almería” de Gómez y Coves, con detallados gráficos y planos.
Tolva del embarcadero del F.C. Bédar-Garrucha

Historia


Cuando el agua comenzó a aflorar en las minas de galena argentífera más ricas de Sierra Almagrera, la preocupación llevó a efectuar prospecciones en otras sierras cercanas como la de Cabrera o la de Bédar a primeros de la década de 1850. La primera minería del plomo en la Sierra de Bédar se concentró en la zona de El Pinar, manteniéndose activa al menos hasta la tardía fecha de 1897, según consta en el tomo 48 de la Revista Minera, que en su página 77 cita que “aun cuando no en la escala de épocas anteriores, no se desaprovechan los minerales que contienen, si bien su beneficio reclama una concentración especial de los pequeños nódulos que contiene la caliza dolomítica en que se encuentra el mineral”. Ese beneficio del que habla el artículo, que a su vez está extraído de “El Minero” de Bédar, era llevado a cabo en la vieja fundición “Carmen”, instalada por Pedro Francisco Caetano en 1841, y más tarde adquirida y ampliada por la “Compañía de Águilas”, que en 1881 construyó unos costosos lavaderos mecánicos.

No obstante, en Bédar la primacía será del hierro, adelantándose varias décadas al resto de de zonas mineras del sureste español. Sus inicios están vinculados, en 1857, al único alto horno que jamás haya existido en la provincia, en la Fundición San Ramón, de Garrucha, promovido por el mítico Ramón Orozco. A pesar del enorme desembolso efectuado el proyecto fracasó. La interpretación tradicional de este “aborto de la Revolución Industrial en Almería” ha estado en los elevados costes de traer el carbón, aunque el profesor Sánchez Picón apunta más bien a la deficiente gestión. Puesto en marcha tras muchas vicisitudes financieras, en 1860, sus primeros años de actividad situaron a la provincia de Almería en el cuarto lugar de España en producción de hierro. Por desgracia, en 1864 ya ni siquiera aparecía en las estadísticas. No obstante, la explotación del mineral de hierro continuó con la citada “Compañía de Águilas”, a través de su filial “Sociedad de explotación de las Minas de Hierro de Bédar”, creada en 1885. Su actividad se centró en la explotación de hematites pardas en las concesiones Júpiter, Porfiado y Mahoma, reportándole sustanciosos beneficios.

A esta compañía se debe la construcción del primer cable aéreo hasta la playa de Garrucha, diseñado por Carlos Bahlsen y que con sus más de 15 kilómetros de recorrido era entonces el más largo de España, comenzando a funcionar en 1889. En todo el mundo, sólo era superado por otro construido en Rumanía. Coincidiendo con lo que los períodicos locales de la época llamaron “la invasión de los vizcaínos” hace su aparición en la comarca el industrial vasco Víctor Chávarri, adquiriendo en 1894 varias minas, y constituyendo la sociedad “Chávarri, Lecoq y Compañía”, que tenía su sede en Bilbao. Chávarri apuesta desde el principio por un ferrocarril para dar salida al mineral hasta Garrucha, si bien ya habían existido anteriormente otros proyectos. Para 1897 este ya se encuentra funcionado, y sólo en los dos primeros meses del año transporta 30.000 toneladas, aunque la capacidad de embarque se limitaba a 500 toneladas diarias, al no estar terminado el embarcadero.

Conforme iba construyéndose el ferrocarril la compañía iba adquiriendo nuevas concesiones, por lo que se fueron añadiendo varios ramales al tronco principal. El resultado final es un complejo sistema de vías mineras, cables auxiliares y tolvas de intercambio que confluían en el entorno de Tres Amigos, desde donde el mineral era llevado en vagones directamente a Garrucha, en un recorrido de unos 17 kilómetros. En un primer momento las minas más productivas eran Mulata (ramal mediante vía férrea), Unión de Tres Amigos (cerca del origen de la línea principal) y La Higuera (ramal de más de 2 kilómetros, que acababa vertiendo en el gran cargadero de Tres Amigos). Otros ramales mediante cables fueron el de Silencio, Santiago y Cuatro Amigos, todos ellos vertiendo a su vez al ramal de Mulata. El final del siglo XIX y principio del XX nos traen un auge espectacular del negocio del hierro, dirigiéndose la exportación hacia los puertos de Middlesbrough, West Hartlepool, Cardiff y, en menor medida, Rotterdam. En 1916 tiene lugar la fusión de la filial de Águilas y el grupo de Chávarri, con todas sus minas y el primer cable. Para no duplicar medios de transporte, se modificó el trazado de este último, estableciendo una derivación desde el Pinar hasta la trinchera Villalta, y desmantelando el resto que continuaba hasta Garrucha. Para entonces, en plena Primera Guerra Mundial, los mercados ya se habían derrumbado, y nunca volverían a recuperar el esplendor de antaño. Durante toda la década de los años veinte, y a lo largo de toda la Península, se fueron sucediendo los cierres de explotaciones de mineral de hierro, con escasas excepciones, entre las que no se encontraron las de la Sierra de Bédar. Ya en 1923 el ferrocarril había dejado de funcionar.

Curiosamente, hacia 1924 se tiene noticia de que la antigua filial de la Compañía de Águilas ampliaba capital para proseguir sus estudios mineros en el Marruecos español (Tomo 75 de la Revista Minera). Para entonces, la decadencia de la minería era ya manifiesta y, con ella, la despoblación de la comarca. La política de autarquía y proteccionismo característica de la posguerra vino a insuflar un postrer aliento a la vieja minería bedareña. Para alimentar los altos hornos de la cornisa cantábrica, en los primeros años cincuenta se constituyó la sociedad Hierros de Garrucha-Minas de Bédar S.A., filial de la asturiana Duro Felguera S.A., centrándose en las minas tradicionales y, en especial, en el Hoyo Júpiter. Ya desmantelados los viejos cables y el ferrocarril, hubo de construirse un nuevo cable aéreo, pero esta vez no hasta la playa de Garrucha, sino hasta la llanura de Los Gallardos, desde donde el mineral se transportaba en camiones. Se construyeron nuevos depósitos y planos inclinados. Finalmente, para modernizar las explotaciones, Hierros de Garrucha S.A. proyectó la electrificación de sus explotaciones. Para ello, en 1954 se proyectó un ramal de 25 Kv. desde la subestación de La Ballabona de Hidroeléctrica El Chorro, hasta un transformador en la mina Hoyo Júpiter. A su vez, desde el transformador partirían dos sub-ramales hasta sendas casetas transformadoras en Mina San Manuel y Pozo Esperanza. (Expediente 2266 obrante en el Archivo Histórico Provincial de Almería). En el Hoyo Júpiter habría de suministrar electricidad para sendos compresores de 40 y 50 Hp., y un taller de 10 Hp. En el Pozo Esperanza se alimentaría una máquina de extracción de 30 Hp. y un compresor de 50 Hp. Por último, en San Manuel se daría electricidad para sendos cables de transporte de 30 y 40 Hp. y un taller de 10 Hp. Durante los años sesenta los filones fueron terminando de agotarse, y en 1970 se cerró la última explotación minera de la Sierra de Bédar. El último registro minero se remonta a 1974, por Julio Chasserot Pareja, y que más bien obedece a la renovación de las tradicionales concesiones Júpiter, San Manuel, Vulcano y otras. Además del plomo y del hierro en Bédar fueron registradas concesiones para otros minerales, como cobre y calamina, aunque llaman la atención por su disparidad temporal las concesiones de amianto. La primera es de 1875, por uno de los descendientes de Ramón Orozco, bajo la denominación “El Indiano”, y la última de 1941 por Serafín Pagán Cortés.

Entrada norte del túnel del Boliche
Monumentales tolvas de Barrilla en la Trinchera Villalta

Una intensa visita de un día


El itinerario recomendado sigue el camino inverso de los vagones cargados de mineral de hierro del Ferrocarril de Bédar a Garrucha. Empezamos en el monumental cargadero de Garrucha, del que sólo queda la enorme rampa-tolva y algunas construcciones auxiliares en ruínas, justo a la salida de Garrucha en dirección a Mojácar, y ya en el término municipal mojaquero, por la carretera de la costa.

Las partes metálicas son siempre las primeras en ser desmanteladas y vendidas, y la elegante estructura de este cargadero no ha sido una excepción. Aunque no esté vinculado a la explotación, también merece reseñar el Palacio de los Chávarri, de extraño estilo orientalizante, recientemente restaurado, si se le puede llamar así al bodrio urbanístico que únicamente ha conservado la fachada del viejo edificio, vinculado en la postguerra a la familia Garrigues. Los primeros kilómetros del trazado han desaparecido, pero a partir de la nueva carretera de Garrucha a Mojácar es posible retomarlo, siguiendo una pista que pasa por detrás de un circuito de karts. El recorrido es idóneo para la construcción de una vía verde, tantas veces demandada por la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Almería (Asafal), interrumpido solamente por la Autovía A-7, cuya construcción acabó con el bonito puente del ferrocarril sobre la carretera de Puerto-Lumbreras. A partir de la Autovía el trazado se hace más sinuoso y comienza a ganar pendiente, bordeando Los Gallardos por el norte. El puente de la Barrilla da inicio a la zona minera de Bédar. Toda esta parte es practicable a pie o en bicicleta, pero si vamos en coche podemos empezar justo en el cruce de la carretera de Bédar con el desvío de El Pinar. A la derecha, según subimos, hay un cerro cortado por la enorme trinchera Villalta, en cuyo interior nos encontramos las impresiontantes tolvas del ramal del cable que venía de El Pinar, construido cuando el ferrocarril hacía innecesaria la continuidad del viejo cable hasta Garrucha. Siguiendo el trazado a pie unos 250 metros llegamos al Túnel del Boliche, tapiado precariamente por ambos lados.

Tubería metálica de viejo pozo a la entrada de El Pinar

Volviendo al cruce de El Pinar, podemos visitar esta pedanía representativa de la época de la minería del plomo, y donde se ha perpetrado uno de los mayores expolios del patrimonio industrial en la provincia de Almería. De los viejos lavaderos mecánicos de la Compañía de Águilas, de 1881, sólo han quedado cuatro paredes detrás de los edificios con forma de nicho a la entrada del Pinar. A la izquierda de la primera rotonda hay una faraónica explanación, en medio de la cual había, en el momento de visitar la zona, lo que parece una chimenea metálica y que en realidad es, según nos indica amablemente el propio Juan Antonio Soler Jódar, parte de la tubería de un antiguo pozo, que ha quedado al descubierto, lo que nos da una idea de la magnitud del movimiento de tierra.
Desde la gran llanura al borde de la nueva roza seguimos nuestro particular via crucis, dirigiéndonos hacia el este, siguiendo el curso del antigo ferrocarril de Luis Siret. Estamos en lo que fue su cargadero. A su alrededor, muchas casas nuevas, pero ni rastro de los hornos de calcinación, ni de los túneles ni casi de la central eléctrica. Sólo se mantienen en pie las naves de la fundición Araucana, utilizadas como viviendas y su chimenea. En el cruce de la vía con la pequeña carretera que rodea las Herrerías hay dos viejas y elegantes casas que algunos vecinos nos indican que pertenecían a médicos e ingenieros de la compañía minera. Más hacia el este, siguiendo la antigua vía, llegamos a la casa de Luis Siret, recientemente restaurada. No nos cabe duda de que si don Luis levantara la cabeza no se sentiría precisamente satisfecho por el tratamiento que se ha dado a su legado. Si terminamos de rodear Las Herrerías llegamos al cruce que nos lleva a El Arteal. Justo ahí ha sobrevivido uno de los hornos de calcinación. El camino enlaza con el trazado del ferrocarril de Siret, procedente del Desagüe. Volviendo en dirección a Villaricos visitamos un último resto de este ferrocarril, el doble túnel que cruza la Sierra Almagrera antes de llegar al mar. Conforme bajamos, de forma paralela al río, nos desviamos a la izquierda un kilómetro antes de llegar a su desembocadura, entrando en Villaricos por su parte alta. Los túneles se encuentran dentro del recinto que recientemente se ha delimitado como complejo arqueológico de Baria, o de los hipogeos fenicios.

Tubería metálica de viejo pozo a la entrada de El Pinar Siguiendo el camino que sube a la izquierda llegamos a los restos de la Fundición Carmen, en medio de obras de canalización que se acercan peligrosamente a los restos de los hornos y la chimenea. Al parecer, y según nos indica también Juan Antonio Soler, un grupo de estudiosos locales del patrimonio minero encabezados por él mismo ha pedido a la empresa propietaria de los terrenos que se conserven las ruinas, consiguiendo hasta el momento que permitan llevar a cabo una investigación exhaustiva.
Tras regresar a la carretera de Bédar, seguimos en dirección al pueblo hasta toparnos con el soberbio cargadero de Tres Amigos, en buen estado de conservación, y comienzo de la línea troncal. Dentro del mismo, por un túnel, se cargaban los vagones de mineral, que procedía de un plano inclinado superior, el cual a su vez lo recibía del ramal de Catalina, que más adelante tendremos también oportunidad de recorrer.

Hornos y chimenea de la Fundición Carmen en El Pinar
Detalle de una de las cámaras de la Fundición Carmen
Si continuamos hacia el pueblo, un poco más arriba de Tres Amigos, junto a la misma carretera, llegamos al interesantísimo punto de enlace con el ramal de Mulata. Dicho ramal partía de las afueras de Bédar, recogiendo también mineral en un punto intermedio del cable de Silencio, y terminando en lo alto de un pequeño cerro. Desde aquí bajaba por un plano inclinado hasta la espectacular tolva cónica de enormes dimensiones, que se conserva aceptablemente. Bajo la misma se encuentra un túnel, hoy lleno de vegetación pero accesible, donde se cargaban los vagones hasta la vía general. Justo aquí confluía también el cable de las minas Cuatro Amigos, conocidas en la comarca como de Majá La Cana.

Vista general de cargadero de Tres Amigos
Detalle del túnel del cargadero, inicio de la vía general
En las afueras de Bédar, a la salida en dirección Lubrín, podemos buscar los restos del túnel de Cueva Oscura y la Mulata Alta. Después, recomendamos volver hasta Tres Amigos. Una vez allí, desde el mismo cargadero seguimos una pequeña carretera que asciende hasta su parte superior. A partir de ahí, tras varias curvas sinuosas, su trazado es el del ramal de Catalina, que nos llevará al epicentro de la minería de la Sierra de Bédar.

Vista desde arriba de tolva cónica y vía de carga
Vista desde abajo de vía de carga y plano inclinado
Una vez que el camino, ya de tierra, se hace más recto, tras pasar junto a varios pequeños cargaderos de minas adyacentes, llegamos antes de un kilómetro al túnel del Servalico, de más de 200 metros, por el que podemos circular con absoluta tranquilidad. Poco después, al terminal el ramal, nos encontramos el cocherón de la locomotora, ya cerca de la hermosa pedanía de Serena. A sus espaldas está el complejo cargadero de Santa Catalina, con un pequeño túnel o galería comunicado con la roza de la Higuera.

Detalle de tolva cónica y plano inclinado de Mulata
Túnel de descarga bajo la tolva cónica
Avanzando por el camino dejamos a la izquierda una pequeña nave industrial y tomamos una cerrada curva a la izquierda. Justo a la salida de esta hemos de tomar un desvío a la derecha. A unos 300 metros, ascendiendo por un carril en buen estado, podemos parar para divisar una espectacular perspectiva del Barranco de Baeza. Debajo de nosotros vemos la estación de carga del gran cable hasta Garrucha, en los terrenos de la concesión San Manuel. Hasta aquí llegaban minerales desde muy diversas minas, mediante un complejo entramado de vías mineras y planos inclinados, como la Vía Vulcano, la de Guerrero, el Plano Grande o el de Carabinera. La tolva y el soporte del cable resultan aún perfectamente distinguibles.

Boca sur-oeste del túnel del Servalico
Boca del cargadero de La Higuera
Seguimos avanzando en dirección a Los Pinos, y a unos 500 metros podemos parar otra vez el vehículo y bajar andando por un carril, que nos conducirá hasta el fondo de un pequeño valle, cortado por una rambla. En mitad de unos bancales abandonados se alza el imponente castillete del Pozo “P”, en la rica concesión “Mahoma”. Al otro lado de la rambla, las minas San Marcial y Esperanza, enlazadas por una vía minera, de la que incluso distinguimos a lo lejos el puente sobre la rambla, con la estación de carga de San Manuel. De vuelta al camino, a mitad de recorrido, nos desviamos unos pocos metros campo a través a la derecha para sorprendernos con la sobrecogedora imagen de las labores a cielo abierto de San Ignacio, muy cerca ya del mítico Hoyo Júpiter.

Cocherón de locomotora del ramal de Santa Catalina a Tres Amigos
Estación de carga del Cable Bédar-Garrucha, en San Manuel
Para terminar, tras cruzar Los Pinos, llegamos a la preciosa aldea de Serena, de casitas blancas primorosamente restauradas por la nutrida colonia inglesa que la puebla. Por una pequeña carretera asfaltada entramos en la villa de Bédar por la parte más hermosa, rodeados de almendros, poniendo punto y final a una jornada apasionante que, sin embargo, no agota las enormes posibilidades de exploración de nuevas labores e instalaciones desperdigadas por toda la Sierra.

Impresionante castillete del "Pozo P"
Canteras de San Ignacio
Transformador y labores del Hoyo Júpiter


Protección


Distinguimos entre las instalaciones de descarga de la playa de Garrucha, en el término de Mojácar, y las instalaciones mineras del término de Bédar. Por lo que respecta a las primeras, están catalogados la "Estación de descarga y embarcadero del ferrocarril minero Bédar Garrucha" como Inmueble nº 33 y la "Casa Gerencia de Chávarri" como Inmueble nº 34 del Anexo de la Resolución de 7 de enero de 2004, de la Dirección General de Bienes Culturales, por la que se resuelve inscribir colectivamente con carácter genérico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz cuarenta y cuatro Bienes Inmuebles pertenecientes al Patrimonio Industrial relacionados con la minería de los siglos XIX y XX en la provincia de Almería (BOJA nº 29 de 12/02/2004). No obstante, la escueta catalogación del embarcadero de la playa de Mojácar ha quedado en papel mojado cuando la propia Consejería de Cultura ha tenido que admitir que fue parcialmente demolido por un Plan Parcial de Urbanización, viendose obligada a dictar una nueva Resolución de fecha 17/12/2007, por la que incoa procedimiento de modificación de la inicial de 7 de enero, limitando la protección al cargadero o tolva de mampostería y rampa de acceso al mismo, "dado que los muelles y elementos auxiliares han sido destruidos". Tanto o más inquietante resulta el tratamiento legal del patrimonio minero de Bédar. En el la citada inscripción genérica al Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz únicamente se ha incluido la "Estación de carga de Tres Amigos" (inmueble nº 6) y el "Pinar de Bédar" (inmueble nº 5), en este último caso de forma ambigua, señalando dos parcelas catastrales de rústica de amplia extensión, sin pormenorizar los restos a proteger. Nos tememos que muy probablemente, dentro de unos pocos meses, volverá a aparecer otra Resolución modificativa de la primitiva, reconociendo que gran parte de los elementos "han sido destruidos". Respecto al resto de tolvas, cargaderos, galerías, puentes, túneles, chimeneas, hornos, planos inclinados, cocherones y castilletes, la nada más absoluta, para que solo nos quede ver cómo los derriban o esperar a que se caigan solos. Y lamentarnos después.